La pantalla del teléfono de Lilian vibró de pronto. Ella, que casi se había quedado dormida en el sofá, abrió los ojos de golpe. El nombre que apareció en la pantalla hizo que su corazón se agitara.—Daryl… —susurró con voz baja.Rápidamente deslizó el ícono verde y llevó el móvil a su oído.—¿Hola? —su voz sonaba ansiosa.Al otro lado, apareció la voz grave que tan bien conocía.—Lilian… lo siento. Yo… hoy he estado realmente muy ocupado. Hubo muchas reuniones inesperadas. No tuve ni un momento para mirar el teléfono.Lilian guardó silencio un instante, solo escuchando. Un alivio cálido le llenó el pecho, aunque una parte de ella aún quería enfadarse.—Me hiciste preocupar —dijo al fin—. Te llamé muchas veces. Ni siquiera respondiste mis mensajes.—Lo sé —suspiró Daryl—. Fue un error mío. Debí encontrar un momento para avisarte. Pero… de verdad, el trabajo me sobrepasó hoy. Perdóname, Lilian.El tono de su voz era sincero, y Lilian lo sintió. Expulsó el aire y se incorporó en el sofá
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