Capítulo 90

El coche de Daryl se detuvo frente al apartamento de Lilian.

Lilian se giró hacia el asiento trasero para asegurarse de que Gabriel, que iba sentado allí, no se hubiera vuelto a dormir.

—¿Ya despertaste, cariño? —preguntó con una sonrisa.

Gabriel asintió despacio, bostezó y se frotó los ojos.

—Sí, mamá. Solo tengo un poquito de sueño todavía.

Daryl, sentado en el asiento delantero, soltó una pequeña risa.

—Es normal, anoche te acostaste un poco tarde. Pero me alegra ver que sigues con energía.

Gabriel asintió otra vez y miró por la ventana.

—La casa del tío Daryl es genial, papá… digo, tío… tiene una casa enorme.

Lilian lo miró con expresión divertida.

—Gabriel…

Daryl sonrió ampliamente sin decir nada, observando a Lilian a través del retrovisor. En su mirada había algo difícil de describir: calidez, ternura… y un leve toque travieso.

Cuando el coche se detuvo justo frente al edificio, Gabriel bajó enseguida con su pequeña mochila en la mano.

—¡Yo me adelanto, mamá! —dijo alegremente,
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