Capítulo 9. Una clara amenaza.
Liam y Emma se acercaron en silencio a la puerta. Antes de salir, él la detuvo al sostenerla de un brazo.
—Quédate un poco más, luego te llevaré a la casa de Lidia.
—Puedo tomar un taxi.
—Yo te traje aquí, yo quiero regresarte.
Ella respiró hondo.
—Tienes a tus suegros de visita, lo mejor es que los atiendas para que no sigan pensando que eres un mal padre.
—Me importa muy poco lo que piensen. No importa lo que haga, nunca cambiarán su opinión de mí.
Emma lanzó una mirada hacia la sala, viendo como la pareja de abuelos compartía feliz con los niños. Era evidente que los amaban.
Era tanto el amor que sentían por ellos que buscaban los medios para quedárselos, exigiéndole a Liam algo que ahora no podía darle a sus hijos: una madre.
Él estaba tan concentrado en su trabajo que poco tiempo tenía para socializar y entablar un romance estable.
—Son injustos contigo —reflexionó ella.
—Por eso te propuse ese acuerdo en el café —soltó Liam, mirándola con fijeza—. ¿Ves por qué te necesito?
Emma