La televisión encendida iluminaba el salón con destellos rojos y blancos, como un faro intermitente en medio de la noche. En la pantalla, el logotipo de Canal 7 Noticias giraba sobre un fondo urgente: ÚLTIMA HORA.Lux no parpadeaba; no quería perderse ni una palabra, ni una imagen. Aquello no era solo información: era el clímax de meses de paciencia, el momento que había soñado, planeado y esperado con la obstinación de quien sabe que la venganza también puede ser un arte. Quería saborearlo segundo a segundo.A su lado, Thiago permanecía de pie, las manos hundidas en los bolsillos del pantalón y el rostro tan impasible que podría engañar a cualquiera. Pero Lux sabía que, bajo esa calma afilada, él estaba midiendo cada instante. Contaba los segundos, analizaba cada imagen, y, sobre todo, observaba las reacciones que pronto estallarían al otro lado de esa pantalla.—En unos instantes —anunció la presentadora, con esa voz grave que precede a una catástrofe—, nuestro equipo de investigaci
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