Inicio / Romance / Plan: Venganza / Capítulo 1: El día que todo salió a la luz
Plan: Venganza
Plan: Venganza
Por: Curious Writer
Capítulo 1: El día que todo salió a la luz

La televisión encendida iluminaba el salón con destellos rojos y blancos, como un faro intermitente en medio de la noche. En la pantalla, el logotipo de Canal 7 Noticias giraba sobre un fondo urgente: ÚLTIMA HORA.

Lux no parpadeaba; no quería perderse ni una palabra, ni una imagen. Aquello no era solo información: era el clímax de meses de paciencia, el momento que había soñado, planeado y esperado con la obstinación de quien sabe que la venganza también puede ser un arte. Quería saborearlo segundo a segundo.

A su lado, Thiago permanecía de pie, las manos hundidas en los bolsillos del pantalón y el rostro tan impasible que podría engañar a cualquiera. Pero Lux sabía que, bajo esa calma afilada, él estaba midiendo cada instante. Contaba los segundos, analizaba cada imagen, y, sobre todo, observaba las reacciones que pronto estallarían al otro lado de esa pantalla.

—En unos instantes —anunció la presentadora, con esa voz grave que precede a una catástrofe—, nuestro equipo de investigación, liderado por el periodista Rodrigo Vega, revelará en exclusiva el informe que podría derrumbar a la farmacéutica más poderosa del país: Mendoza Pharma.

La cámara cambió de ángulo con un fundido rápido. El rostro de Rodrigo llenó la pantalla: traje oscuro impecable, corbata perfectamente ajustada y una expresión tan grave que parecía tallada en piedra. Frente a él, un atril repleto de carpetas abiertas como heridas, y detrás, en letras blancas sobre fondo negro, el título:

“Verdad y responsabilidad: lo que la familia Mendoza no quiere que sepas.”

Lux sintió un cosquilleo recorrerle la columna. No era nerviosismo; era una oleada de pura anticipación, un vértigo controlado. Había esperado este instante con la paciencia de un depredador. Necesitaba escucharlo. Necesitaba comprobar que cada maniobra, cada riesgo y cada sacrificio habían valido la pena.

Thiago le puso la mano sobre el hombro en señal de apoyo, aunque parecía más bien que él necesitaba sentir el contacto de Lux para no peder el suelo.

—Durante meses —empezó Rodrigo—, nuestro equipo ha investigado irregularidades en el manejo de medicamentos, contratos y registros sanitarios vinculados a Mendoza Pharma, presidida por Sergio y Alma Mendoza. Hemos obtenido pruebas documentales, testimonios de ex empleados y grabaciones exclusivas que demuestran prácticas ilegales, encubrimiento de efectos secundarios y sobornos a funcionarios para evitar demandas y sanciones.

Las imágenes comenzaron a desfilar una tras otra en la pantalla, golpeando con la precisión de un martillo.

Contratos firmados con fechas alteradas.

Fotografías granuladas de laboratorios clandestinos, iluminados por luces frías.

Videos de reuniones privadas donde la voz de Alma Mendoza, firme y glacial, ordenaba: «Aceleren la salida del producto al mercado, cueste lo que cueste».

Y, finalmente, documentos con el sello oficial de la empresa y firmas que, Lux lo sabía demasiado bien, habían costado vidas.

Thiago se inclinó hacia ella sin apartar la vista de la pantalla.

—Ya no hay vuelta atrás.

Ella tragó saliva. La frase retumbó en su mente como un eco familiar.

Rodrigo continuó desde el atril:

—Entre las pruebas presentadas se incluye el testimonio de familiares de víctimas fallecidas tras consumir el medicamento Medivor, cuya venta fue aprobada a pesar de reportes internos que confirmaban su peligrosidad.

En ese instante apareció en pantalla la foto de una joven de cabello castaño y sonrisa tímida. Lux reconoció el rostro al instante. No porque la hubiera visto en persona, sino porque cada vez que Thiago hablaba de ella, su voz se quebraba apenas.

—Su nombre era Camila Beltrán —dijo Rodrigo—. Tenía veintidós años. Murió dos semanas después de iniciar el tratamiento.

Thiago cerró los ojos un instante. Lux deslizó su mano hasta tocar la suya. Él no la apartó.

—Este informe, junto con todas las pruebas recopiladas, ha sido entregado a la Fiscalía General y se hará público en su totalidad en nuestra página web —finalizó Rodrigo—. La justicia tiene la palabra… pero la verdad, desde hoy, ya no podrá ser silenciada.

El silencio que siguió fue más pesado que el estruendo de la noticia.

En la pantalla, los conductores retomaban la transmisión, hablando de “posibles consecuencias” y “reacciones inmediatas”.

Thiago apagó el televisor con un clic seco. Lux lo miró.

—¿Contento? —preguntó, aunque sabía que esa palabra no alcanzaba para describir lo que sentía.

Él negó con la cabeza.

—Esto no es felicidad, Lux. Es el principio del final.

Ella asintió. No hacía falta decirlo: ese día no solo habían abierto las puertas del infierno para los Mendoza… también para ellos.

Lux se volvió hacia la ventana. Desde el piso treinta y dos, la ciudad parecía tranquila, ajena al caos que acababan de desatar. Pero sabía que todo estaba a punto de cambiar.

Cerró los ojos un segundo y, en la oscuridad, regresó la imagen del primer día que vio a Thiago.

El día que, sin saberlo, comenzó este plan.

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
capítulo anteriorcapítulo siguiente
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP