La mesa estaba servida. Dos copas de vino reposaban bajo la tenue luz de las velas, mientras el murmullo del mar se mezclaba con la música suave de un saxofón a lo lejos. Todo, como siempre, estaba perfectamente planeado. Como aquella cita que Thiago hubiese querido prepararle al amor de su vida.
Lux llegó unos minutos tardes, como siempre para desafiar a Thiago y a su obsesión por la perfección y puntualidad. Se puso un vestido negro que abrazaba cada curva como si hubiese sido hecho para ella. Su cabello suelto caía en ondas suaves sobre sus hombros y sus labios rojos parecían un invitación peligrosa.
Thiago ya la esperaba. Se encontraba impecable en un traje de lino, hecho a la medida, que destacaba la amplitud de sus hombros y la firmeza de su porte. Lux, a pesar suyo, se sorprendió admitiendo de nuevo que se veía increíblemente guapo, como si cada detalle de él estuviera diseñado para encender miradas.
Cuando Thiago se puso de pie al verla, el movimiento r