—Esta vez, y solo por esta vez, lo dejaré pasar —agregó Milord—. Dejaré pasar esto que hiciste, ese intento tuyo de atentar contra tu propia vida, olvidando el detalle fundamental de que no eres dueña de la misma. Tu vida no te pertenece, Azucena, y aunque quieras creer lo contrario, no está en tus manos decidir cuándo termina.Hizo una pausa, como si quisiera darle tiempo a ella de comprender el alcance de su sentencia.—Lo dejaré pasar porque, a pesar de todo, eres una loba con sentimientos "nobles", y todo lo que hiciste fue por tus crías, ¿no? Tú quieres a tus cachorros, los quieres con un amor que no puedo negar, pero los has perdido a todos. Cada vez que estabas a punto de convertirte en madre, tus cachorros morían antes de ver la luz, y no hay nadie que pueda resistir tanto dolor. Has soportado mucho estrés, un cansancio físico y emocional que te ha consumido día tras día, sumado a todo el trabajo que has estado llevando en los establos, cuidando a los caballos.Se pasó una man
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