Un Escape Casi Perfecto
Ana lo siguió. ¿Qué otra opción tenía?
El frío de las mazmorras la golpeó otra vez al abandonar la cercanía del otro. Apenas caminó unos pasos cuando escuchó un siseo:
-No hagas ruido. Hay más guardias por aquí abajo.
-Podrías haberlo dicho antes, ¿no crees?
Ashven no contestó. Solo se detuvo en seco, alzó la mano, y Ana obedeció el gesto sin pensar. Era instinto, o tal vez miedo.
Un sonido. Algo metálico, chirriante, arrastrándose más adelante en el pasillo. Ashven apagó el fuego entre sus dedos como si exprimiera la llama con la palma. La oscuridad los tragó.
Ana se apoyó contra la pared, respirando apenas. Escuchó los latidos de su corazón retumbarle en las costillas. La piedra estaba helada contra su espalda, pero aún conservaba el calor y ardor en la mano de la bofetada que le había dado a Ashven minutos antes. Se preguntó si se la devolvería más tarde, con intereses.
Cuando el sonido se desvaneció, él volvió a moverse. Si no fuera porque escuchó los pasos