Dolor eterno.
Recuerdo de Adriáno, que dolerá por siempre La tarde caía sobre Palermo con un cielo enrojecido, como si la ciudad misma ardiera en silencio. Martina se encontraba en el balcón de la villa, observando las colinas que se teñían de sombras. El aire olía a vino recién fermentado y a la tierra húmeda después del riego de los viñedos. Había pasado todo el día pensando, debatiendo consigo misma, temiendo y a la vez ansiando la conversación que sabía inevitable.Ya no podía seguir callando.Desde la muerte del padre de Adriano, su vida había cambiado por completo. El hombre que ella había conocido, apasionado por los caballos y atento en cada gesto, ahora se encontraba casi siempre ausente, ocupado en reuniones misteriosas, recibiendo visitas de hombres que la miraban con respeto excesivo o con temor. A veces, mientras dormía a su lado, sentía que su cuerpo estaba allí, pero su alma vagaba en un lugar oscuro al que ella jamás tendría acceso.Martina respiró profundo y se dio valor. Tenía qu
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