El día había llegado, pero para su sorpresa, Iris no estaba nerviosa por su graduación. Lo que realmente la inquietaba era la idea de que su madre conociera a Hugo. Tampoco había considerado cómo Max reaccionaría al descubrir la mentira que ella y Hugo habían construido juntos. Todo se había salido de control en cuestión de segundos, y todo por su incapacidad de pedir ayuda a su familia.De pie junto a su cama, Iris observaba el vestido cuidadosamente seleccionado que descansaba sobre las sábanas, acompañado de los accesorios que había escogido la noche anterior. Su cabello, envuelto en rulos térmicos, prometía un acabado impecable. Suspiró, sintiendo el peso de la noche que estaba por venir, y se dirigió al baño para comenzar a arreglarse. Sin embargo, un sonido la detuvo: el timbre de la puerta resonó inesperadamente.Con rapidez, se envolvió en su albornoz y caminó hacia la entrada, ajustando el nudo con nerviosismo. Al abrir la puerta, un estruendo la dejó temporalmente sorda. Fre
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