Zoe sintió un escalofrío recorrerle la espalda.Poco después, Arthur apareció en la entrada con Otto a su lado, sosteniendo su portafolio. Ambos tenían el rostro marcado por el cansancio de un día agotador.Al verla, Otto abrió los brazos con entusiasmo.—¡Mi nuera favorita! —dijo riendo.—También soy la única, ¿no, suegro? —respondió Zoe con ese tono juguetón tan suyo, abrazándolo—. Pero acepto el título igual.Otto se sentó en el sofá junto a su esposa, y Zoe ocupó la butaca frente a ellos.—¿Qué pasa, linda? —preguntó Arthur, acercándose a ella. Le dio un beso rápido y acarició su vientre—. Hola, campeón, papá te extrañaba.Zoe pasó las manos por el cabello, respiró hondo y soltó de una vez:—Quiero criar a Clarisse como mi hija.El silencio cayó como un peso. Eloísa abrió los ojos de par en par, y Otto se inclinó hacia adelante, convencido de que había escuchado mal.—¿Qué dijiste? —la voz de Arthur cortó el aire, seca, firme—. Ni pensarlo, Zoe.Eloísa llevó una mano al pecho, con
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