Unas horas antes, aquella tarde, la videollamada había comenzado. En la pantalla, Thor aparecía en uno de los recuadros, con la mirada firme y atenta. Arthur y Otto estaban juntos en el hospital, sentados en la imponente sala de la presidencia, mientras el abogado, desde otro lugar, ajustaba la corbata antes de comenzar.
—Señores —empezó con voz grave y segura—, la primera fase de la operación ha sido concluida. Otávio ya está detenido. Su prisión fue decretada por lavado de dinero, fraude fiscal y asociación criminal. Las pruebas reunidas, junto con los informes de movimientos financieros y contratos fraudulentos, no dejan margen de defensa.
Hizo una breve pausa y continuó:
—Isabela también tiene una orden de arresto. Está siendo acusada de participación directa en las fraudes de su padre y de una serie de delitos ya conocidos públicamente. Entre ellos, su involucramiento en persecuciones y acciones de mala fe que constan en los testimonios recabados. Está prófuga, pero no durará muc