El abogado se acercó a la cama donde Arthur estaba sentado, todavía con el semblante abatido por la hospitalización. Con un gesto respetuoso, extendió el sobre marrón hacia él.—Aquí está todo, doctor Arthur. Se hizo exactamente como ustedes solicitaron —dijo, manteniendo la mirada firme y cortés.Arthur tomó el sobre en silencio. La habitación se llenó de una tensión densa, donde el sonido del papel al rasgarse pareció retumbar demasiado alto. Extrajo cada documento con calma, sus ojos recorriendo las líneas, los valores, los nombres. Primero, la ecografía. Luego, el examen de beta-hCG. Y por último, la prueba de ADN.Sus ojos se detuvieron en el resultado.—Compatible. 99,99% de probabilidad —murmuró con voz tan baja que, aun así, todos escucharon.—No hubo objeción de su parte. Ya con eso, era evidente que decía la verdad y que el hijo es suyo. Hice todo conforme a la ley, tal como su padre me pidió. Ella ya tiene una copia de estos exámenes. Ahora solo usted puede decidir qué hace
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