19. Esta es la realidad
Fausto. Isla Mujeres, Quintana Roo. El oleaje lamía la playa, como si tratara de limpiar la arena de los pecados que ya cargaba. Entre ese bucle de movimiento de espuma y sal, estaba ella. Indra Díaz. Sentada sobre la arena clara, con los brazos rodeando sus piernas como si aún necesitara protección. Como si yo no fuera suficiente. Sus dedos jugueteaban con la arena húmeda, como si buscaran entre los granos algo que la anclara al presente.Desde mi oficina en el tercer piso, la observé sin entrar en escena. Las amplias cristaleras abiertas dejaron entrar el sonido del mar, los gritos lejanos de las gaviotas y el olor inconfundible de sal y sol. El mar parecía ser un espejo líquido. El perfecto encuadre para un reencuentro familiar quiero pensar. Vladimir había sido el encargado de la protección y seguridad de la familia durante todo este tiempo. Un favor que estoy seguro le costo más de lo que admitiría mi amigo ruso. Vladimir estaba hecho para la guerra, para asesinar. No cu
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