— Que todavía no conozco tus intenciones…La frase había quedado colgada en el aire como una hoja afilada a punto de caer sobre Leo. una acusación teñida de la sospecha que aún la carcomía.— Te prometo que no tengo ningunas, solo quiero una oportunidad, Sienna, una sola para demostrarte que no soy el hombre que crees que soy… — Contestó sin percatarse de la cercanía con la cama clínica de Ethan, y dejando la idea como una premonición unida a su destino, una verdad que aún no podía vislumbrar. Su mirada buscaba la suya, implorando una tregua, una pizca de confianza.— ¿Tú? ¿Estás con mi mamá? — El pequeño exclamó desde su lecho, abriendo mucho los ojos amelados, llenos de inocencia, y cortando el aire denso y tenso entre los dos como una espada de luz. Los ojos de Ethan se posaron en Leo, con una familiaridad que sorprendió a Sienna, y luego, con una sonrisa que iluminó su rostro cansado. ¡Hola! ¡Sabía que volvería a verte, amigo!Los labios de Leo adoptaron inesperadamente una curv
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