Los días que siguieron a la prueba de compatibilidad se estiraron en una quietud tensa dentro del hospital, un limbo cargado de ansiedad y una extraña esperanza. Parecía que esas dos semanas que tendrían que esperar por los resultados, amenazaban con convertirse en toda una eternidad.

Leo se había convertido en una figura familiar en la vida de Ethan en esos días de espera. Al principio, Sienna esperaba que su atención se desvaneciera, que la novedad del "posible padre" diera paso a la incomodidad o la ausencia. Pero no.

Leo pasaba horas junto a la cama del niño, leyéndole cuentos con una voz grave y melodiosa, contándole historias de Alfas valientes y manadas leales que hacían brillar los ojos amelados de Ethan, antes opacos por la fiebre.

Le llevaba pequeños obsequios, siempre pensados: libros con ilustraciones vibrantes, figuras de acción de animales fantásticos que el niño adoraba, y hasta un pequeño tablero de ajedrez que prometió enseñarle a usar cuando se recuperara.

— ¿De dón