Me acerco a la puerta, donde cuelga mi vestido, y admiro el intrincado encaje, mucho encaje, y las explosiones de diminutas perlas cosidas aquí y allá. Sonrío. Se le va a cortar la respiración. Es un vestido de novia muy sencillo, con tirantes delicados, la espalda escotada y la cintura ceñida. Mi señor va a caer rendido de rodillas.Elegancia sencilla.El encaje de color marfil se desliza por mi trasero, abraza mis caderas y cubre un metro de suelo. Mucho, mucho encaje. Zoe, la dependienta de Harrods, ha triunfado con este vestido. Ha acertado con todo, incluso con los zapatos sin adornos en el mismo tono. Unos Louboutin de tacón de aguja clásicos.Tomo el teléfono de la mesilla de noche. Es mediodía. Tengo que vestirme. Dentro de una hora estaré con Nick en el salón de verano, pronunciando mis votos, haciendo oficial la promesa que le hice. El estómago se me revuelve trescientos sesenta grados... otra vez.Me quito la bata y me pongo las bragas antes de tomar el corsé
Leer más