Capítulo 96. Acusación
El aire en el salón principal del palacio estaba cargado de tensión, casi irrespirable. La noticia de la caída de Matilda corría como un torrente, y todos los presentes se habían congregado para escuchar lo ocurrido, buscar culpables y enfrentar consecuencias. Soriana, con la mirada oscura y llena de rabia contenida, no tardó en señalar su objetivo.—¡Fue Alina! —exclamó con voz firme y acusadora—. La vi con mis propios ojos, empujó a la anciana por las escaleras.Un murmullo estalló entre los presentes, muchos lanzando miradas incrédulas hacia Alina, quien mantenía la expresión tensa, pero con firmeza y determinación.—¡Eso no es cierto! —respondió ella con voz alzada, sus ojos brillando por la indignación—. Jamás haría daño a Matilda, la respeto como a nadie. ¡Es una mentira!Pero antes de que alguien pudiera intervenir, Joseph, que hasta entonces había permanecido callado al lado de Soriana, dio un paso al frente con el ceño fruncido.—Yo estaba cerca —dijo con tono serio y claro—.
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