Cuando Rocco la tomó de la mano y empezó a caminar por su increíble casa, Caterina no podía creer que fuese tan hermosa, y cuando llegaron a la terraza y pudo ver el comedor, con el cielo sin nubes, profundo y estrellado detrás de él y sentir la cálida brisa marina, el olor a sal, a jazmín y el rumor del agua constante, pensó que todo era tan hermoso, tan sublime, que parecía sacado de un sueño.Sueño interrumpido por la antipática de su suegra, que parecía querer asesinarla en ese momento.— Gusto en conocerte, Caterina, soy Isabella Lo Sparto. — La chica, que al parecer se ha repuesto mucho más rápido que Bianca, saluda a Caterina con una sonrisa, mientras observa con discreción su mano y comprueba que no hay anillo de compromiso.— Pasemos al comedor, querido. Sabes que debes comer y he notado que no prestas mucha
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