Caterina se despertó con una sensación extraña en su cuerpo, cubierta por una ligera sábana de lino italiano de textura natural color blanco roto con dorados bordes dobles. Sentía su cuerpo pesado y un leve dolor de cabeza. La fiebre había desaparecido y, aunque todavía le dolía un poco el cuerpo y debía tomar los medicamentos, sentía más control de sí misma.
Son las diez de la mañana, ha dormido más de lo que suele hacerlo, se estira sobre la cama y sonríe al comprobar que Rocco antes de partir ha dejado los ventanales de la terraza abiertos.
Tendida sobre la cama King size de madera tallada a mano, con respaldo tapizado en cuero negro y perdida en medio de varias almohadas de plumas y espuma de memoria color dorado. Caterina dedica dos largos minutos a observar la hermosa y sorprendente vista del mar y del cielo azul, bañado por los rayos de sol