—No sé de qué hablas —evadió mi mirada.La estampé contra la pared, sin importarme mi rudeza. Era una mujer lobo, no estaba haciéndole daño, sólo era una advertencia de que hablaba en serio. Muy en serio.Mis garras crecieron un poco, mi lobo intentó tomar el control de mi cuerpo. Era hora de utilizar el tono alfa, aquel con el que conseguía la obediencia de cualquiera de mi manada.—¿Dónde está Eleanna? —pronuncié lentamente. Ella me miró con lágrimas en sus ojos, segundos antes de que me contara la verdad.Nadie era capaz de negarse a una orden del alfa, ni siquiera Rosie, a pesar de ser la mujer lobo más fuerte de toda la manada.La dejé en su habitación, soltándola bruscamente. No le perdonaría lo que hizo, sin embargo, no era el momento de estar pensando en castigos, no. Solo necesitaba llegar hasta ella.Bajé los escalones sin cuidado, dirigiéndome hacia el sótano, hacia aquella prisión abandonada, sintiendo mi corazón latir desenfrenado en mi pecho. Si Rosie estaba mintiendo, me
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