Lucía se acercó al libro, que yacía cerrado sobre el altar de piedra. Lo tocó, pero no reaccionó. Elena se acercó también, y al posar la mano sobre la cubierta, esta brilló levemente con un pulso suave, como si respirara.—Entonces… —susurró—, ¿esto es lo que buscan? ¿Mi conexión con él?—Tu poder —dijo Amadeo—. Tu sangre. Tu Linaje.Darek se incorporó, sacudiendo la tierra de sus rodillas. Su rostro estaba más sereno ahora, pero los ojos seguían ardiendo.—Si ese libro es la llave, debemos protegerlo. Y si yo soy parte del problema… entonces encontraré la manera de convertirme en parte de la solución.Elena dio un paso hacia él, y sin decir nada, tomó su rostro entre las manos. Lo miró largo rato, como si lo buscara por dentro.—No me importa de dónde vienes, Darek —susurró—. Lo que importa es lo que eliges ahora. Y si eliges quedarte conmigo… yo estaré contigo.Él cerró los ojos, como si ese gesto lo rescatara del abismo.El viento se alzó de nuevo, suave esta vez, envolviéndolos co
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