Francisco regresó a su estudio. Revisó el trabajo de los últimos días, dio un par de instrucciones y se preparó para volver al hospital.—Jefe, ¿acabas de llegar y ya te vas? ¿En qué andas metido últimamente? —le preguntó su asistente, confundida.—Cuidando a un paciente. Linda, encárgate de todo por ahora, por favor. —Le dedicó una sonrisa amable.—Eso te costará un aumento, ¿eh? —bromeó Linda, guiñándole un ojo. Él le devolvió una sonrisa juguetona.Quién sabe a quién estaría cuidando. Un hombre tan apuesto y elegante… si estuviera cuidando a una mujer, sería la más afortunada del mundo.Conduciendo su carro, Francisco volvió a llamar a Efraín. Seguía apagado. En su oficina le dijeron que no se había comunicado. Se sintió inquieto. Si Efraín apareciera ahora, no sabría qué hacer. Se sentiría incómodo. “Total, a él no le importa Bianca”, pensó, pero una sensación de nerviosismo persistía.Pensar en Bianca le provocaba tanta felicidad, una sonrisa involuntaria. Se distrajo un momento,
Leer más