Capítulo 05: ¡No tendrás a ese bebé!

✧✧✧ Una semana después. En París, Francia. ✧✧✧

Esa tarde en la mansión Delacroix, los rayos naranjas del atardecer se filtraban por las largas ventanas, la habitación llena del aroma a flores y perfume femenino.

Margot Dubois lucía un radiante vestido blanco de novia que abrazaba su figura con elegancia. Sus ojos verdes, fijos en el espejo, reflejaban una mezcla de belleza y angustia.

Sus manos apretaban el ramo de flores con fuerza, y aunque se veía preciosa, sabía que no era la boda que deseaba. No era el novio de sus sueños.

Miró hacia atrás a través del espejo y vio a su gemela menor, Madeleine, observándola con una tristeza que solo Margot podía notar.

—Madi… —rompió el silencio, acercándose rápidamente a su hermana y agachándose frente a ella—. Lo siento, hermanita. No quiero esto, nunca lo he querido… No amo a Bastien —dejó caer el ramo al suelo y tomó las manos de Madeleine entre las suyas—. Haré algo. No me rendiré hasta obtener el divorcio.

—Te casarás con el amor de mi vida, Margot —dijo Madeleine entre lágrimas—. Él querrá buscarte, acostarse contigo, tener hijos… ¡Todo lo que yo soñé! —se levantó abruptamente, pero Margot la detuvo del brazo.

—¡Créeme, Madi! ¡No amo a Bastien! Hay algo que tengo que contarte, algo que te hará entender por qué quiero separarme de él… —Margot la soltó, y se acercó a la ventana, dándole la espalda.

—¿Qué? —preguntó Madeleine, llena de curiosidad.

—Estoy embarazada… —confesó Margot, inclinando la cabeza y cerrando los ojos—. Tengo dos meses. Es el bebé de Charles y…

—¡OH DIOS MÍO, BASTIEN! —gritó Madeleine, interrumpiendo a Margot.

¡¡Margot se giró de inmediato, con el rostro pálido y los ojos abiertos de par en par!!

El CEO Delacroix estaba ahí, sorprendido por las palabras que acababa de escuchar en el día de su boda.

—¿Embarazada de ese muerto? —preguntó Bastien con un tono afilado, mientras se acercaba rápidamente a Margot, dejando a Madeleine salir de la habitación.

—Yo… —Margot se quedó sin palabras. Bastien la agarró con fuerza de las muñecas, dejándole marcas rojas y llenándola de dolor—. ¡Ay! ¡Me lastimas…!

—Ese niño NO NACERÁ —sentenció el CEO—. Te haré abortarlo. No tendrás un hijo de ningún hombre que no sea yo, ¿entendido?

—¿Qué…? ¡No! ¡No puedes…! —las lágrimas comenzaron a asomarse en sus ojos. Bastien la soltó de golpe y se dirigió a la salida.

—Límpiate esas lágrimas. No quiero que te veas mal cuando camines hacia el altar para mí.

¡CLANK!

La puerta se cerró de un golpe. Margot negó con la cabeza, cayendo de rodillas al suelo, y cubriendo su boca con la mano.

—No… Por favor, Bastien… Mi bebé no… No me hagas esto.

………

Minutos después, en una habitación cercana.

Madeleine entró furiosa.

—¡¡¡M@LDITA SEA!!! —gritó, apretando los puños.

¡PUM!

Con una patada, hizo que una silla cayera al suelo.

—¡¿Por qué tengo que dejar que esto pase?! ¡Maldito plan! —gritó, llevándose las manos a la cabeza, su corto cabello pelirrojo alborotándose.

No… No sufría porque su hermana estuviera atrapada en un matrimonio forzado y embarazada de otro. Era porque ese era el hombre que ella misma quería.

Con manos temblorosas, Madeleine hizo una llamada. Del otro lado, una voz masculina resonó, grave y profunda.

—¿Pasa algo, bella?

—¡No deberíamos permitir que se casen! ¡Esto es una locura!

—Calma. Sabes que es la única forma en que los Delacroix pueden sacar a los Dubois de la ruina.

—¡ES QUE YO…!

—No será para siempre —interrumpió él—. Mantén la calma, tenemos todo bajo control.

Madeleine colgó el teléfono de golpe, tratando de recomponerse para la boda.

……………

Finalmente llegó el momento en el salón de eventos de la imponente mansión Delacroix.

La decoración en blanco y dorado brillaba con lujo, mientras la luz del ocaso se reflejaba por las ventanas, y los invitados de la alta sociedad francesa ocupaban sus asientos.

—Damas y caballeros, la novia hace su entrada, por favor, pónganse de pie —anunció la maestra de ceremonias.

Las puertas se abrieron de par en par, revelando a Margot Dubois, una mujer pelirroja vestida de novia, con el ramo en manos sudorosas y temblorosas, sus ojos fijos en el altar donde el CEO Delacroix la esperaba, altivo y serio.

Margot comenzó a caminar, sintiendo que sus piernas apenas respondían y que en cualquier momento podría desmayarse.

¡Quería llorar, correr, gritar, huir de ahí!

Pero no había nada que hacer…

Estaba atrapada en un matrimonio forzado que amenazaba ser su infierno, y su amado bebé estaba en juego.

"¿Qué hice para merecer esto? ¿Por qué Bastien me engañó? ¿Por qué es tan cruel? ¡Mi bebé es inocente! ¡Tengo que convencerlo!"

Pensó mientras llegaba al altar y tomaba su mano.

Tras el protocolo, llegó el momento temido.

—Queridos presentes, sean testigos de esta unión sagrada. Por el poder que me es otorgado, señor Bastien Delacroix y señorita Margot Dubois, los declaro marido y mujer. Señor Delacroix, puede besar a la novia.

Bastien la tomó de la cintura con una posesividad que le heló la sangre. Posó su otra mano en la nuca de la mujer, y la acercó a él, para en un instante… ¡Besarla! Un beso abrupto, intenso, que no pedía permiso, dejando claro que finalmente era suya.

Él se separó, entrelazando su mano con la de Margot y volviendo a mirar a los presentes. Ella sentía que el aire se le escapaba, su corazón latía descontrolado.

—Damas y caballeros, con ustedes, el señor y la señora Delacroix.

El salón estalló en aplausos y sonrisas, pero Margot solo quería que ese día de pesadilla terminara de una m@ldita vez.

……….

Más tarde, en la habitación matrimonial.

La boda había culminado. Margot caminaba de un lado a otro en lencería y una bata de seda atada a su cintura.

Clack~

La puerta se abrió y ella se giró, esperando a su esposo, Bastien… pero era una sirvienta.

—Señora, el señor viene en camino. Se quedó tomando con amigos. Tome este té, la ayudará a calmarse —dijo la mujer con una sonrisa amable.

Margot tomó la taza, probó unos sorbos, pero el amargo sabor la hizo dejarla de inmediato.

—Gracias… —murmuró antes de que la sirvienta se marchara. Se sentó en el borde de la cama, esperando… Minutos que parecían horas, hasta que…

¡CLANK!

La puerta se abrió de golpe, y Bastien entró, con una expresión fría, comenzando a quitarse su elegante traje oscuro.

—Bastien… Tenemos que hablar. Por favor, escúchame… Es sobre mi bebé y… ¡AH! —gritó Margot cuando él la empujó sobre la cama, quedando encimada de ella.

—Eres mi esposa. Si quieres hablar… —hizo una pausa, el olor a licor y tabaco era fuerte en él—. Tienes que complacerme bien, mujer —dijo ese hombre, arrancando su ropa con una brutalidad que la hizo temblar.

Margot tragó saliva, nerviosa, asintiendo repetidamente.

—Lo… Lo haré… Pero debes escucharme…

¡Él no le dio oportunidad de decir una palabra más!

La besó, una y otra vez, robándole el aliento, tocando su cuerpo con ansias desmedidas… La tomó, y la hizo toda suya.

Suya como lo hizo años atrás, cuando tomó su virginidad.

……….

Esa misma noche, en la madrugada…

¡MARGOT ABRIÓ LOS OJOS DE GOLPE!

La mujer pelirroja, estaba desnuda al lado de Bastien, y en ese momento, sintió un dolor agudo que recorría su cuerpo, concentrándose en su vientre.

Levantó la sábana y… ¡Se encontró con un charco rojo de su propia sangre!

—¡¡¡AAAAAHHHH!!! —gritó Margot, desesperada, con las manos manchadas de sangre—. ¡Mi bebé! ¡No, Dios mío, no! —lloraba con un grito desgarrador—. ¡AYUDA! ¡MI BEBÉ, NOOO!

Bastien despertó al instante ante los gritos de su esposa, viendo la sangre en la cama que salía de entre sus piernas.

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