En el estanque, Margot estaba desesperada, buscando el anillo de compromiso que había perdido. Sus manos estaban sucias, llenas de barro y agua, mientras las lágrimas caían sin control por su rostro. Algunas personas se acercaban, curiosas, a observar la escena.
—¡Oh, Mar! —exclamó Madeleine al ver a su gemela en esa situación tan vergonzosa. Corrió hacia ella y le posó las manos en los hombros—. ¿Qué haces? ¡Sal del agua, hermanita! ¡Dios, te vas a enfermar! —¡NO! ¡No puedo irme, Madi! ¡Tengo que encontrarlo! ¡Por favor, ayúdame! —le suplicó Margot, aferrándose a ella con fuerza. Madeleine soltó un profundo suspiro, preocupada. —¿Qué buscas? —¡El anillo! ¡Bastien lo arrojó! —su voz se quebró al mencionar su nombre. En ese momento, Madeleine le cubrió la boca, notando que más personas se acercaban. —Cállate, no digas más —le susurró Madeleine, rápidamente sacando a Margot de la orilla del estanque—. ¡Tranquila, hermanita! ¡Es solo un collar que se te cayó! No es para tanto, después te comprarás otro, no hay razón para llorar —alzó la voz, mintiendo y desviando la atención de la multitud. Al sacar a su hermana, la cubrió con su abrigo largo. —Es mejor que nos vayamos. Te ves horrible, Mar —sugirió Madeleine. Margot asintió, con su corazón roto ante la idea de perder el último obsequio que le dejó su amado. ………. ✧✧✧ Más tarde, en la mansión de la familia Dubois. ✧✧✧ La lujosa mansión se alzaba entre los edificios antiguos, exhibiendo su impresionante arquitectura. La limusina de las hermanas Dubois se detuvo, y ambas mujeres pelirrojas ingresaron a su hogar, que estaba envuelto en una penumbra, iluminado solo por la tenue luz de una lámpara en la sala principal. Se dirigieron hacia ahí, donde doña Roxanne Dubois las esperaba. —¡Por fin han llegado, par de inútiles! —exclamó la señora, notablemente ebria, sosteniendo una copa de licor en la mano—. Hace dos años que su padre murió. Y en lugar de hacer algo útil por la familia, siguen sin conseguir un hombre de estatus ¿Piensan que el señor Delacroix va a ayudarnos toda la vida? —¡Mamá! ¡Pensé que habías dejado de beber! A este paso no vas a recuperarte —la regañó Madeleine, tratando de quitarle la copa. Pero en ese instante… ¡PUM! Doña Roxanne empujó a Madeleine, quien chocó su espalda contra la pared, mirando a su madre con tristeza. —¡MAMÁ! ¡NO LA LASTIMES! —gritó Margot, llena de pánico. —¡ES SOLO UNA PERRA INÚTIL! —respondió Roxanne, dirigiendo su furia hacia Margot—. Y tú también… ¡Cómo pudiste dejar que tu novio muriera! ¡ESTÚPIDA! ¿Quién nos sacará de las deudas con los Delacroix? —¡Mamá, amaba a Charles! ¡Era el hombre de mi vida! ¡¿Cómo puediste verlo solo por su dinero?! —¡Los hombres sirven para eso! ¡¿Por qué crees que me casé con tu padre?! Tuve que encargarme de ustedes recién nacidas, cuando ni siquiera mis hijas biológicas son ¡Encuentra un buen marido, que deudas nos sobran! —dijo fríamente viendo a Margot, doña Roxanne volvió a ver de reojo a Madeleine, y en segundos, se marchó. ………. Minutos después, en la habitación de Madeleine. —Madi… ¿Qué haremos? ¡Golpeé a Bastien y lo rechacé!, se lo merecía y no me arrepiento, pero… Él debe odiarme ahora. ¡Nos destruirá por completo! —sollozaba Margot, sentada en la cama, mientras su hermana, de pie a su lado, usaba una secadora inalámbrica en su cabello. —No todo está perdido, Mar… Pero tienes razón, después de lo que pasó, Bastien podría enojarse y tomar represalias contra la familia. Por eso… —Madeleine detuvo la secadora y se alejó de su hermana, el silencio llenando la habitación. Los segundos se sintieron eternos—. Creo que lo mejor es que huyas. Que te vayas lejos y te tomes un tiempo para superar lo de Charles. Yo me encargaré de la empresa y de Bastien. Él no me odia a mí; está enojado contigo. Margot se quedó paralizada al ver a su hermana gemela. La sorpresa la abrumó, pero la realidad pronto la golpeó. Huir de Francia, dejar todo en manos de Madeleine, su querida hermana, parecía ser la única salida. "Quizás sea lo mejor… ¿Qué haré cuando ya no pueda ocultar esto más? Si descubren que estoy esperando un bebé… Yo…" Pensó Margot, acariciando su vientre en un momento de vulnerabilidad. Rápidamente retiró la mano, sonriendo con tristeza al mirar a Madeleine. —¿Crees que podrás encargarte de todo por un año? La empresa, mamá… Es demasiado —susurró Margot, llena de preocupación. Madeleine se acercó y tomó las manos de su hermana con firmeza. —Puedo. Déjame hacerlo, confía en mí, hermanita. ………. ✧✧✧ Tres días después. ✧✧✧ Desde su oficina en la sede Delacroix en París, Bastien observaba la Torre Eiffel a través de una ventana empañada por un cielo gris. Vestido con un traje oscuro, fumaba un cigarrillo mientras el paisaje parisino se desplegaba ante él. —¿Está todo listo? —preguntó, su voz grave resonando en la sala. —Sí, señor Delacroix —respondió su abogado, Cédric Dupont, sonriendo mientras organizaba las carpetas sobre la elegante mesa ovalada—. Solo necesita hacerla firmar, y el traspaso estará completo para avanzar con el contrato matrimonial… Clack~ Las puertas se abrieron de golpe, interrumpiendo la conversación. Madeleine entró con una sonrisa desafiante. —¿Contrato matrimonial? —preguntó con curiosidad mientras tomaba asiento junto a su abogada—. He venido a la reunión en lugar de mi hermanita, Margot. Bastien frunció el ceño, observando a la mujer que consideraba una intrusa. —Esto no es un juego, Madeleine. ¿Dónde está tu hermana? Ella es la representante de la familia Dubois, no tú. Madeleine se encogió de hombros, riendo con desdén. —Oh, querido Bast. ¡Mi hermana huyó de Francia! —exclamó, disfrutando de la revelación. ¡Pum! Bastien golpeó la mesa con furia, sintiendo cómo la rabia se apoderaba de él. —¿Huyó? ¿De qué hablas? ¿Dónde está Margot? ¡Responde! La frustración lo consumía. "¿Cómo es posible que mis hombres vigilándola, no me dijeran nada sobre su partida?" Pensó furioso ese CEO. —Solo se fue, Bastien. Entre lágrimas me dijo que no quería saber nada de ti, de la empresa, de mamá… ni siquiera de mí —sollozó Madeleine—. La muerte de su amado Charles la dejó muy afectada… Quizá se volvió loca… Pero, ¿podemos continuar con la reunión? —preguntó, sonriendo de nuevo. Bastien se levantó, su mirada fría y desafiante se clavó en Madeleine. —Con quien tengo un contrato empresarial, es con la mujer que tu padre dejó como CEO de tu familia en ruinas… Esa no eres tú, Madeleine —respondió con crueldad, dirigiéndose hacia la salida, seguido de su abogado que recogió las carpetas. Madeleine se quedó en silencio, sintiendo el desprecio de Bastien. Ella golpeó la mesa con un puño cerrado. ¡PUM! —¡¡¡M@LDITA PERRA!!! —gritó la pelirroja, llena de rabia, pensando en su hermana, la que siempre había brillado y la había dejado en las sombras. ………. ✧✧✧ Esa misma tarde, en la mansión de Bastien Delacroix. ✧✧✧ —¿Roma, Italia?! —gritó Bastien en la sala de su mansión, mirando a uno de sus hombres con furia—. ¿Cuándo pensaban decírmelo, incompetentes? —Señor Delacroix, mis disculpas. Sabíamos que iba a reaccionar así. Supimos que había huido, pero queríamos asegurarnos de su paradero antes de informarle. Bastien apretó la mandíbula, su rostro se tornó rojo por la ira mientras se pasaba la mano por el cabello en un gesto de frustración. ¡No podía permitir que Margot se le escapara otra vez! Volvió a París con un único objetivo, y esta vez no fallaría. Él se volvió hacia su mayordomo. —Hugo, prepara mi avión. Viajaré a Roma. Esa mujer pronto aprenderá que no soy su juguete y que nunca podrá huir de mí.