No sé por qué… pero en su voz oí algo más que enojo. Había incredulidad. Como si el fondo, Daniel no creyera del todo lo que acababa de oír. Estaba por responder, cuando escuché la risa suave de Victoria detrás de él. —Ay, Daniel, eres tan ingenuo… ¿tú crees que Regina, tan obsesionada contigo y con el bebé, no haría todo por salvarlo?De inmediato, el tono de Daniel cambió, tornándose frío como el acero.—Regina, me das asco. Nunca imaginé que pudieras ser tan cruel. ¿Ahora usarás al bebé para chantajearme? ¡Ya basta! Te casaste conmigo por obligación. Manipulaste el vínculo del alma solo para atarme a ti. ¿Y ahora sales con esto? Te lo diré de una vez: ¡si sigues con tus juegos, te rechazaré oficialmente! Se quedó esperando. Esperaba que le suplicara, que llorara, que me rindiera… pero lo único que obtuvo fue mi repuesta, suave, firme, liberada:—Está bien. Acepto el rechazo.Dicho esto, colgué sin más y, con el colgante en la mano, regresé a casa.Daniel no apareció en dí
Leer más