35. Cenicienta
Con la ayuda de los buzos salí del tanque, dirigiéndome hacia donde me esperaba Brian con una sutil sonrisa. Me acerqué a él; estaba emocionada, pero obligué a mi cuerpo a relajarse.Me coloqué a su lado; él solo me observó con intensidad.—Si sigues mirándome así, te voy a cobrar. ¿Crees que soy una obra de arte que vas a ver de manera gratuita? —pregunté de forma ligera, sarcástica.Brian lanzó una carcajada en respuesta.—¿Cuánto me cobras? Porque, sinceramente, no podré dejar de verte y te haré sonreír las veces que sean necesarias, así que estoy dispuesto a pagar lo que sea.Su mirada era segura.Mi corazón palpitaba a gran velocidad.Y ahí estaba yo, sintiéndome en una nube.Esa noche, tras nuestra experiencia única, me acompañó a mi casa. Me llevó hasta la puerta, donde nos miramos de forma sumamente especial. Él me sonrió, colocando su mano en el marco de la puerta. No debía decirme lo que quería, ya lo sabía.—¿Quieres un beso mío? —Intenté controlar mi lengua, pero fue impos
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