¿Sabes lo que es caminar sintiéndose en una vorágine de emociones que te causa vértigo?
Así me sentía yo.
Todo borroso, alejado de mi realidad.
La mirada curiosa de algunos trabajadores cercanos nos seguía, a pesar de que juraría que sus ojos estaban pegados a mi espalda. Mi teléfono reventaba con sonidos de notificaciones, pero mi mente solo estaba en alguien. En Brian.
Entrábamos a su oficina, donde estaban Leonard y Richard hablando junto a varios jefes de área, principalmente los de marketing y comunicación. Todos parecieron dejar de hablar en el momento en que entramos; sus ojos se posaron en nosotros. Brian no se detuvo, fuimos hasta donde estaba su asiento y me ofreció sentarme con la mirada. No quise hacerlo, pero su mirada decía “siéntate o te amarraré a la silla”, así que al final terminé sentándome.
—¿Qué tan mal está? —dijo con calma, pero con un tono sumamente profesional. El mismo que usaba para los negocios.
—Mucho —dijo Richard sin siquiera levantar la mirada—. Hemos c