El jet privado de Vance aterrizó en una pista de aterrizaje privada en los Estados Unidos, lejos del implacable ojo de la prensa y de las cámaras de televisión. El viaje de regreso, un vuelo fantasma de horas en la oscuridad del cielo nocturno, fue un tormento silencioso y solitario.La mente de Vance, un torbellino de recuerdos fracturados, navegaba por las aguas turbulentas de conversaciones recientes, traiciones que se sentían tan frescas como heridas abiertas y el fantasma de un pasado que creía enterrado. La imagen de Rebecca en la jaula, con sus ojos llenos de desesperación, suplicando por su vida y revelando las torturas a las que había sido sometida, se repetía una y otra vez en su cabeza.Sin embargo, por encima de todo, eran las palabras de Anastasia, pronunciadas con voz de acero, las que resonaban con más fuerza. La amenaza, el chantaje. La revelación de que él, Nathaniel Vance, el hombre de honor y poder, no era diferente a ella. Y la orden: matar a Isabella Volkova.El p
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