La noche se convirtió en una pesadilla sin previo aviso, como si el mundo entero hubiera sido devorado por una tormenta de caos y violencia que arrasaba con todo a su paso, borrando en segundos cualquier rastro de calma.Cloe despertó con un jadeo ahogado y el corazón latiendo desbocado como si quisiera escapar de su pecho.Su cabeza palpitaba con una intensidad insoportable, como si mil tambores la golpearan desde dentro, y el dolor punzante en la sien la hizo gemir, sintiéndose desorientada y perdida.Parpadeó una y otra vez, desesperada por enfocar la vista, pero todo estaba envuelto en una oscuridad sofocante, apenas interrumpida por el débil resplandor de los faros del auto, aún encendidos.El olor metálico a gasolina y sangre impregnaba el aire, haciéndole dar arcadas y obligándola a cubrirse la boca con la mano mientras su mente intentaba asimilarlo todo.Por unos instantes, no comprendió dónde estaba ni qué había sucedido.Sus oídos zumbaban, su respiración era errática, y la
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