—Daniel —murmuró Lucía, acercándose hasta que pudo percibir el aroma de su perfume mezclado con el cansancio de la vigilia—. No podemos permitir que destruya a todas esas mujeres.Él abrió los ojos y la miró. En su rostro vio reflejada la misma preocupación que lo carcomía. No era solo su vida la que pendía de un hilo—era la reputación de las mujeres que habían conocido a "Marco". Carmen Valdemar, la viuda del magnate textil, presidenta de tres fundaciones benéficas. Si Marcelo Vargas revelaba su nombre, el escándalo arrastraría no solo su reputación, sino la de las miles de personas que dependían de sus organizaciones. Elena Cifuentes, la divorciada que había heredado el imperio farmacéutico de su ex marido y que ahora lo dirigía con mano férrea. Una revelación la destruiría ante su consejo de administración, todos hombres que esperaban cualquier excusa para desplazarla.Y luego estaba Magdalena Herrera, la jueza del Tribunal Supremo, soltera por elección, cuya carrera judicial de tr
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