AndreiÉpoca actualEl miedo era algo que nunca había experimentado en mi vida, hasta que Elise se volvió parte de mí y temí perderla. Sin embargo, esas solo eran pesadillas, cosas que no se volverían realidad.La posibilidad de perder a Alistair se hacía cada vez más real.—¡Dámelo, dámelo! —gritó Elise, arrebatándome a Alistair de los brazos.El color de piel de nuestro hijo se volvía cada vez más azulado. El frío que me recorría el cuerpo me impedía moverme, pensar en algo que lo salvara.«No puede morir, mi hijo no puede morir», pensé con rabia.Elise se llevó a nuestro hijo a la sala, que no estaba libre de juguetes, pero era el sitio más despejado que tenía. Lo puso de pie como pudo y se colocó detrás de él. Con el puño, comenzó a presionarle el centro del abdomen.—Vamos, cariño, tú puedes hacerlo —le dijo llena de concentración—. Vamos, Alistair, no te dejaré ir.En solo tres compresiones, el caramelo salió disparado. Corrí hacia ellos y me arrodillé para tomar a Alistair en m
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