Elise
Años antes
Mi despertar no fue como habría querido. No desperté en el taxi, ni en casa siendo atendida por mis padres, ni en ninguna situación que se acercara a la normalidad. En cambio, me encontré en una cama, en una habitación muy oscura, sin entender nada de lo que pasaba ni por qué estaba amarrada de las extremidades.
Lo más espantoso fue darme cuenta de que tenía que hacer mis necesidades en un pañal y que una mujer venía a limpiarme cuando eso sucedía. Por suerte, pronto entendí que, al mostrarme tranquila, dócil y dispuesta a comer, cada vez me inyectaban menos tranquilizantes que me hacían dormir durante tiempos prolongados.
Y entonces, un día, me dejaron salir de la habitación.
El departamento no era enorme, pero sí bastante lujoso, con muebles y electrodomésticos de última generación. Salir fue un soplo de aire fresco, pero también me hizo sentir más agobiada, pues significaba que ningún secuestrador de poca monta me tenía en su poder.
No pedirían un rescate por mí.
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