La luz de la luna se filtraba por los vitrales del antiguo templo, proyectando sombras azuladas sobre el suelo de mármol agrietado. Eva podía sentir el pulso de la tierra bajo sus pies descalzos, como si el mundo entero contuviera la respiración. Frente a ella, Lucian permanecía inmóvil, su silueta recortada contra la penumbra, sus ojos brillando con un fuego sobrenatural.Habían llegado hasta aquí después de tanto. Después de la sangre, después de las mentiras, después de los secretos desenterrados como cadáveres de una fosa común. Y ahora, en este lugar sagrado profanado por el tiempo, todo se reducía a un simple acto: un beso.—No tiene por qué ser esta noche —murmuró Lucian, aunque su voz traicionaba su deseo—. Podríamos esperar, buscar otra solución.Eva negó con la cabeza. El vestido blanco que llevaba puesto, elegido específicamente para el ritual, se mecía suavemente alrededor de sus tobillos.—Trescientos años de espera son suficientes, ¿no crees? —respondió, intentando que s
Leer más