El silencio de la oficina de Alejandro resultaba casi opresivo mientras Mariana ordenaba los documentos que él le había pedido preparar para la reunión de la tarde. Llevaba días sintiendo una extraña tensión entre ellos, como si algo invisible pero tangible se hubiera instalado en su relación. Las miradas furtivas, los roces casuales que antes encendían su piel, ahora parecían cargados de un significado que no lograba descifrar.Alejandro había salido a una reunión de emergencia, dejándola sola con instrucciones precisas de organizar los expedientes del proyecto Valdivia. Mientras clasificaba las carpetas, un sobre manila cayó desde uno de los archivadores. No tenía etiqueta, solo un sello rojo que indicaba "Confidencial" en una esquina.Mariana lo recogió con intención de devolverlo a su lugar, pero algo en su peso, en su misterio, la detuvo. Miró hacia la puerta cerrada, sabiendo que estaba sola. La curiosidad pulsaba en sus sienes como un segundo corazón."No debería", murmuró para
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