La noche cayó sobre Milán con un aire espeso y cargado de electricidad. En la mansión, las luces tenues ofrecían un ambiente cálido y elegante, mientras el silencio flotaba con la misma intensidad que los pensamientos no dichos. Alicia se encontraba en su habitación, de pie junto a la ventana, mirando el jardín sin realmente verlo. La ciudad parecía respirar con lentitud, como si también esperara algo.Llevaba un vestido satinado en tonos vino, ceñido a su figura, con los hombros descubiertos y el cabello suelto, cayendo como una cascada oscura sobre su espalda. No estaba preparada para lo que sentía. No lo diría en voz alta, ni siquiera a sí misma, pero cada vez que Dante no estaba cerca, había un pequeño eco incómodo que resonaba dentro de ella.Esa noche, él había regresado de una cena con socios, más tarde de lo habitual. O al menos, eso le habían dicho. No se habían cruzado en todo el día, y aunque su orgullo le impidiera reconocerlo, lo esperaba.No tuvo que esperar mucho.Los p
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