Capítulo Cincuenta y Cuatro. Tatuado en la piel.Lyra no dormía.La lluvia golpeaba con furia los ventanales de su habitación, y cada trueno parecía resonar en su pecho como si reclamara algo que no sabía que había perdido. La noche era densa, espesa como alquitrán, pero no por eso silenciosa. La tormenta traía consigo ecos de memorias que no eran suyas… y sin embargo, dolían como si lo fueran.Se acercó al espejo. No al grande, el que usaba para trenzar su cabello, sino al pequeño de cobre bruñido que Solene había dejado sobre la mesa semanas atrás. Lo alzó con cuidado y lo sostuvo frente a su rostro.—¿Quién eres? —susurró.El reflejo no respondió, pero su expresión parecía casi distinta. Serena. El nombre se deslizaba en su mente con demasiada naturalidad, como una antigua canción que aún recordaba cómo entonar, aunque no supiera su origen.Tocó su clavícula. Allí, justo sobre la piel, algo ardía levemente. Una marca. La había notado hace días, pero ahora la sentía más viva que nun
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