58. VISITA A MIS PADRES
Jacking abrió la puerta y me dejó pasar primero, quedándose de pie en el marco, como si se tratara de un guardián silencioso. Al entrar, vi a mi madre sentada junto a la ventana, con el cabello recogido en una trenza que le caía por un hombro. Su piel parecía más luminosa, más sana, y su sonrisa era tan cálida como siempre.—¡Hija! —dijo, levantándose inmediatamente para abrazarme.—Mamá, estaba preocupada. Jacking me dijo que querías hablar conmigo y, bueno, no pude evitar pensar lo peor —le confesé mientras me perdía en su abrazo.—No tienes por qué preocuparte tanto, pequeña. Estoy bien, de verdad. Solo quería verte y hablar contigo antes de tu reunión con la hermana de Jacking —dijo, apartándose un poco para mirarme a los ojos.—Te esperaré en el despacho, mi Luna —dij
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