Tras el exilio de Sora y su padre, las cosas en la manada iban aparentemente normales. Lyra, por fin, estaba teniendo un poco de tranquilidad, y los momentos al lado de Kael eran todavía más intensos. Tanto, que él pensó que era hora de formalizar las cosas.Cuando salió del trabajo, pasó por una extravagante joyería en el centro de la ciudad. Llevaba semanas planeando cómo decírselo a Lyra, porque él no era un hombre expresivo.Sin embargo, unos cuantos minutos después, estaba nervioso esperándola en la sala de estar. Había puesto a Sofía y Samuel de acuerdo para que le ayudaran con la sorpresa, así que todo estaba decorado con globos blancos y la mesa llena de comida.La puerta se abrió, y Kael, junto a los pequeños, gritaron al unísono:—¡Sorpresa!Pero la voz se le cortó a Kael al ver que ella no había regresado sola. Ferrer iba a su lado. Kael palideció ¿Acaso qué hacían ellos juntos?, pensó, confundido.Lyra caminó hacia los niños y los saludó, luego a Kael.—Mi amor, ¿qué es to
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