-¡No digas eso, no digas eso ahora! -vociferó Christina, interrumpiéndolo, llevándose las manos a la cara, frotándosela en un gesto de desesperación -No me hables, no me hables -dijo sentándose en el sofá abatida -No te creo nada.-Christina, por favor, tienes que creerme, te lo juro que no sabía -agregó arrodillándose a sus pies. Santiago quiso tocarla, pero ella rechazó su tacto de nuevo y eso lo enloqueció. Se puso de pie, dándole la espalda, gritó enfurecido una serie de maldiciones a la nada, necesitaba desahogarse de alguna manera. Segundos después, se giró hacia Christina, dispuesto a pedir perdón por algo que había desconocido hasta ese día, no le importaba.-¿Sabes qué es lo que más me molesta? -Christina se levantó del sofá encarándolo - Bueno, qué carajos estoy diciendo, todo me molesta, pero lo que más me jode, lo que más me duele, es que no pretendías decirme nada. Te oí confabulando con ella, diciendo: «no le diré nada nunca y tú tampoco». ¿Por qué, Santiago?-Entré en p
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