Capítulo 44Irina despertó cuando el sol ya había comenzado a descender en el horizonte, colándose perezoso por entre las cortinas de la habitación. Al abrir los ojos, tardó un momento en ubicar el tiempo y el espacio en el que estaba, como si su cuerpo hubiese dormido por días, pero no. Solamente era la tarde la que la abrazaba y por primera vez en mucho tiempo, su cuerpo se sentía descansado, aligerado de toda tensión.Irina se incorporó lentamente sobre la cama, notando entonces que estaba abrazada a la almohada de Leone y no solo eso. Ella prácticamente estaba durmiendo del lado de él, envuelta en su espacio, su aroma, su calor residual y por instinto, sin pensarlo demasiado, hundió el rostro en la almohada sintiendo ese olor...El olor de Leone era como un imán que activaba todos sus sentidos. Almendrado, varonil y con una nota de madera que la hacía estremecer desde lo más profundo de sus ser. Su piel se erizó ante la sensación, su abdomen se contrajo levemente y un suspiro esca
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