El mundo se estremeció a su alrededor. El aire se volvía denso, como si cada respiración fuera más difícil de tomar, como si el tiempo mismo se hubiera detenido para observarlos. La sala que antes parecía un santuario misterioso ahora se transformaba en algo mucho más grande, más vasto, casi infinito. La luz del medallón, que seguía brillando con la intensidad de un sol moribundo, proyectaba sombras largas y distorsionadas en las paredes del templo. Todo parecía estar en movimiento, pero al mismo tiempo, todo estaba quieto, esperando, como si todo lo que había sucedido hasta ese momento fuera solo el preludio de algo mucho más grande.Samantha, aún con el peso del sacrificio que habían aceptado, no podía dejar de sentirse pequeña. La figura que había guiado su camino hasta aquí, esa presencia enigmática, estaba frente a ellos ahora. Su figura se alzaba majestuosa y etérea, no humana, sino algo que existía entre las dimensiones, entre los mundos. No era ni completamente un ser, ni comp
Leer más