El rugir de la explosión hizo que el camión temblara como si fuera una hoja arrastrada por el viento. Clara apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que el aire se llenara de polvo y humo. El estruendo resonó en su cabeza como un eco sordo, y el corazón le latía con fuerza, casi desbordando su pecho. La visión, nublada por el humo y el caos, se desvaneció momentáneamente ante sus ojos. Cuando consiguió volver a enfocar, vio que Sofía estaba luchando por mantener el control del volante mientras los otros miraban, atónitos, por las ventanas.-¡Sofía, debemos movernos ya! -gritó Leo, su voz llena de urgencia.Sofía, con la calma que la caracterizaba, giró el volante con firmeza, conduciendo rápidamente hacia un callejón oscuro, donde la visibilidad era escasa pero las probabilidades de que los enemigos pudieran seguirlos se reducían. El camión se desvió con un golpe seco, arrastrando los neumáticos sobre el pavimento resbaladizo, pero Sofía no perdió el control. A su lado, Clara observa
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