SashaLas horas se estiran en un silencio pesado, casi sofocante. La noche es negra como el carbón, la oscuridad no dejando filtrar nada, ni la luz de las estrellas ni la de la luna. Es una noche que parece suspendida en el tiempo, un último suspiro antes de la tormenta. Y, sin embargo, no consigo encontrar el sueño. Cada pensamiento me lleva a la misma pregunta: ¿estoy lista para sacrificar lo que queda de mi dignidad, de mi humanidad, por esta guerra?La guerra que se aproxima, que se dibuja en nuestros rostros como un velo de sombra, no es solo una cuestión de supervivencia. Es una cuestión de perderlo todo. O ganar todo. La frontera entre ambos es tan fina como un hilo de seda, y no sé de qué lado me encuentro.Miro a Adrian. Él está tumbado en el sofá, su mirada perdida en el vacío. Su silueta está aún más marcada por el cansancio que hace un rato, y sus rasgos están tensos. Parece absorto en sus pensamientos, pero sé que me siente. Me siente observar cada movimiento, cada gesto,
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