El silencio que siguió a mi explicación era pesado, cargado de las emociones que no se habían expresado y que flotaban en el aire del pequeño salón privado. La mirada de Maximiliano seguía fija en mí, intensa y escrutadora. Elena observaba a sus dos hijos con una expresión que denotaba preocupación y una creciente comprensión de la complejidad de la situación. Andrés, a mi lado, parecía tenso, como anticipando lo que vendría.Finalmente, Maximiliano rompió el silencio, su voz ahora más suave pero con una firmeza subyacente.—Andrés, mamá —dijo, sin apartar sus ojos de mí—, les agradecería si nos dejaran hablar a Clara y a mí a solas por un momento. Hay cosas que necesito... que necesitamos aclarar.La petición tomó a ambos por sorpresa. Elena frunció ligeramente el ceño, dudando. Andrés me miró brevemente, como buscando mi opinión.—Maximiliano, no creo que... —comenzó a decir Elena, con un tono protector—. Clara está aquí con Andrés, en un evento importante…—Mamá, por favor —la int
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