Sol y yo llegamos al hospital.Al detenernos frente a la entrada, rompe en llanto.—No... ¿Qué hacemos aquí? ¿P-puedes escucharme un segundo? —su voz tiembla, al borde del colapso.—Te dije que no hablaras —tragó saliva con fuerza.—¿Te sentiste bien abriéndole las piernas a Gabriel y probando su boca? ¿Se la chupaste como me la chupas a mí? —niega con la cabeza, destrozada.—N-no... sabes que no... —respira entrecortado, su rostro pálido.—Estas son las consecuencias de haberme traicionado, Sol. Ese hijo... no va a nacer——¡Dante, yo nunca te he engañad...! —no la dejo terminar.—¡Cállate, mentirosa! —me bajo del coche con furia.Dos de mis hombres la sacan por la fuerza. La voy a torturar hasta que me suplique de rodillas.—¡Dante, no cometas una locura, por Dios! ¡Dante, escúchame! —chilla desesperada.Me doy la vuelta. La sujeto del mentón con violencia, obligándola a alzar la vista.—¿Estás embarazada, Sol? —aunque lo sé, quiero que lo diga. Su silencio es un insulto, voy a casti
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