237. Te buscan.
Narra Lorena.Siete años. No hay número más redondo, ni más hueco. Lo digo y no me lo creo. Siete años respirando este aire espeso, este oxígeno sucio que huele a sudor seco, a lejía mal distribuida, a vidas aplastadas. Siete años de estar encerrada en una rutina que no perdona, que no pregunta, que simplemente cae, día tras día, como la gota que corroe la piedra. Siete años sin ver la cara de mi hija. Sin saber si aprendió a hablar, a caminar, si todavía me nombra entre sueños. Si Ruiz... si ese hijo de puta aún le dice que su madre está muerta.Me llamo Lorena, o me llamaba, no sé. Acá adentro ya nadie tiene nombre. Somos números, somos fichas, manchas en el registro de un país que prefiere no mirar muy de cerca. No tengo espejo, así que sólo me veo cuando alguna de las presas nuevas me observa demasiado tiempo y me doy cuenta de que, para ellas, soy la vieja, la que no sale, la que ya no tiene visitas.Gomes no viene más. Se lo pedí. Le dije que no quería seguir viéndolo, que me ha
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