Regina dejó el celular a un lado y empezó a ponerse crema corporal.De repente, la puerta de su recámara se abrió desde afuera. Sorprendida, levantó la cabeza por instinto y vio a Gabriel parado en el umbral.Dejó la crema y se ajustó la bata.Se había acostumbrado a salir del baño en bata, ponerse sus cremas y luego cambiarse a la pijama. Jamás imaginó que él abriría su puerta justo en ese momento.Se dio cuenta de que no se movía, solo la observaba. Su mirada era tan intensa que le costaba ignorarlo. Sabía lo pasional que podía ser.Levantó la cara, sonrojada, y le preguntó en voz baja:—¿Pasa algo?Gabriel se quedó mirando su cara, tan tierna y tímida. Recordó el destello de piel blanca que vio al abrir la puerta, y tragó saliva. Sin responder, entró en la habitación, cerró la puerta detrás de él y caminó hacia ella.Lo observó acercarse. Sus ojos eran oscuros, como los de un animal salvaje acechando en el bosque. La forma en que clavó la mirada en ella, sin parpadear, le provocaba
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