Todos los capítulos de Venganza de una luna destinada al alfa oscuro: Capítulo 41 - Capítulo 46
46 chapters
Capítulo 41: Ella quiere compañía
Celeste. —¡Toma esto, imbécil! —Golpeé fuertemente el pecho de Kael, y para mi suerte, retrocedió un paso. Abrí tanto los ojos como la boca de felicidad al haber movido a ese enorme monstruo. Di varios saltitos de emoción. —¡Lo logré! ¿Viste eso? Soy buenísima. No puedes negar que te moví de un golpe —Mostré el pequeño músculo de mi bíceps. Kael sonrió, estando de brazos cruzados. Lo pensó durante unos segundos y finalmente asintió, dándome la victoria. Yo estaba sudando por todos lados, eso no me importó, así que salté sobre sus brazos y rodeé su cintura con mis piernas. —Pronto serás incluso más fuerte que yo, cielito —Juntó su nariz con la mía.—Ese apodo me pone los pelos de punta —Me bajé luego de darle un corto beso—. Pero tienes razón. No te descuides o te superaré —Golpeé dos veces el aire. Ya me creía invencible y eso que sólo logré mover a Kael un centímetro. Me costó días de entrenamiento poder hacerlo sin que estuviera distraído. —¿No te gusta que te diga cielito?
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Capítulo 42: El plan de la villana
Narrador. En lo más profundo del bosque, lejos de toda civilización, había una mansión que pertenecía a la reina vampira de un clan que se formó hace algunos años. Scarlet se mordió una uña con frustración al ver que su hija tardaba tanto en recuperarse, era la primera vez que la dañaron tanto. Pasaron semanas desde su reencuentro con Kael, y Samanta estaba inconsciente en una cama.—He gastado toda mi magia en ti, Samanta, no puedes morir o quedar en coma, te lo prohíbo —masculló, con los dientes chocando. Su hija adoptiva la escuchó por arte de magia. Después de semanas de esfuerzo para aumentar la regeneración en la loba, por fin despertó y la miró con el ceño fruncido, sin saber qué sucedió. Samanta despertó confundida, incluso explorando el lugar con sus ojos porque no recordaba muy bien su propia habitación. —¿Madre? —inquirió, le pesaban los ojos—. ¿Qué ha pasado? —¡¿Todavía tienes el descaro de preguntarme eso?! —Estaba furiosa porque Samanta actuó por su cuenta. Scarle
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Capítulo 43: Agradecimiento inesperado
Celeste. —¿Dónde se metió ese tonto? —bufé para mí misma. Me encontraba buscando a Damián por el pueblo. Llevaba días sin poder hablar tranquilamente con él desde que llegó Serena. Se suponía que éramos amigos y me abandonó por ella. Arrugué la boca y vi a Sebas, ese hombre canoso que había criado a Damián y con el que no solía interactuar. —¡Disculpe! —Le toqué el hombro, estaba de espaldas—. ¿De casualidad ha visto a Damián? No lo encuentro y quiero hablar con él. Sebas me dedicó una sonrisa nostálgica con los brazos detrás de su espalda. —Le ha estado enseñando sobre medicina a Serena, ¿Kael no te dijo que ella estaría en el grupo de los sanadores? —respondió, las arrugas en su rostro estaban presentes. —Oh, más o menos… y su hermana es exploradora creo —dije, un poco nerviosa por hablar de las nuevas. Todavía no había podido cruzar palabras con ninguna de las dos. Sería incómodo toparme con Nuria porque se trataba de una vieja amiga de Kael. Mi corazón no soportaría tanta
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Capítulo 44: Nuevo hábito
Celeste. Ya íbamos a ir a la ciudad y Kael no me soltaba. Su abrazo me hacía sentir segura, como si tuviera una manta protectora gracias a él. —¿Todo el día, Kael? —intervino Marcela, viéndonos con una mano en la cintura—. Se nos hará tarde. Tenemos que llegar a la ciudad para mañana —Vio su celular. —Dame un minuto más —pidió Kael, inhalando mi cabello. Agarró mis mejillas con la palma de sus manos y me besó la frente, la nariz, las mejillas y por último la boca. Kael había cambiado muchísimo desde que lo conocí. Gracias a nuestra relación, se volvió más cariñoso conmigo y seguramente le dolería separarse de mí. El lado bueno era que la próxima luna llena sería en tres días y sí me daría tiempo de llegar a sus brazos para evitar lo peor. —No puedo creer que me hayas puesto a Oliver de niñero —refutó la pelirroja, mirándolo de pies a cabeza—. ¿Estás bien con eso? —Le preguntó a Oliver. Él simplemente se encogió de hombros, sin mostrar ninguna expresión. Kael me había dicho que
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Capítulo 45: Aviso en sueños
Celeste. ***¿Dónde estaba? No podía ver nada por mucho que lo intentara. Recordé que me fui a dormir en la tienda de campaña y la iluminación de la fogata hacía imposible que se viera tanta oscuridad. Además, yo estaba de pie. Busqué con mis manos algún interruptor, y pronto me percaté que cuatro paredes me rodeaban en una pequeña habitación. Una luz extraña me cegó. Era blanca y se veía a lo lejos, como si pudiera traspasar la pared. Esa luz pronto llegó a mí, no lograba abrir los ojos por completo. —¿Kael? —lo llamé. No sé por qué creí que sería él. Una explosión de claridad me asustó y caí de culo en el suelo. Cuando me levanté y abrí los ojos, la habitación estaba vacía, ni un solo objeto la decoraba. —Celeste… Un escalofrío recorrió mi nuca al escuchar esa voz. Creí que jamás soñaría con ella, y eso que le rogaba a la diosa Luna para volver a verlos aunque sea en un recuerdo en mi cabeza al dormir. —¿M-mamá? —balbuceé, con un nudo en la garganta. Quise llorar. Mi cora
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Capítulo 46: En la cafetería
Celeste. Llegamos a la cafetería mucho antes que Marcus y nos sentamos en una mesa, solo pedimos agua para esperar. Las paredes rosadas le daban un toque dulce al lugar, y habían plantas en varios espacios que nos hacían sentir en un ambiente natural. Por mi mente no dejaba de pasar el sueño que tuve y mis compañeros notaron lo distraída que estuve durante el resto del camino. —Celeste, sé que te pasa algo —habló la pelirroja, alzando una ceja—. ¿Extrañas mucho a Kael? Porque desde que te despertaste, andas extraña. —Marcela tiene razón. Te distraes fácilmente y eso no es normal en ti —apoyó Oliver, cruzado de brazos—. ¿No quieres estar aquí? —¡No es eso! —Sacudí ambas manos—. La verdad es que hay algo que no deja de dar vueltas en mi cabeza. Y sé que si lo cuento, me verán como una loca. Marcela se mofó. —Amiga, ambas sabemos que aquí el más loco es Oliver por haber aceptado ser la lámpara en nuestra cita doble —bromeó, mirándolo con desprecio—. Tranquila, no vamos a juzgarte,
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