Luther. —Mi amor, tienes esa panza enorme… —le dije. Estaba acostado en la cama con Elise, nos tomábamos unos días de relajo antes de masacrar a otra manada, la de Kael, el tipo que me visitó hace un tiempo. —¿Y qué? —Rodó los ojos—. Es normal, tonto. Estoy embarazada. —Espero que cuando tengas al bebé, empieces a hacer ejercicio, porque te verás horrible con las estrías —Arrugué la nariz. Era algo que me daba asco. Elise me golpeó el hombro con su puño y me lanzó una mirada amenazante. —¡Ya sé! No tienes que recordarme. A mí tampoco me gustaría verme como una vieja descuidada —bufó, apretando los labios—. ¿No te ha respondido Kael? —Eh, no. Estoy esperando la carta. De todas formas, si no responde igual iré a matarlo —sonreí—. Es la única manada cercana que queda. Este territorio por fin será completamente mío. Elise sonrió con malicia y se arrastró en la cama hasta llegar a mí. Me miró con una pizca de picardía. Ella era mi otra mitad, la mujer que lograba entender la maldad
Leer más